Desde que asumió la presidencia de Brasil, en el primer día de 2019,
el capitán reformado Jair Bolsonaro hizo de todo un poco, excepto
gobernar. Mejor dicho: desde que asumió la presidencia Bolsonaro no
dejó, ni un solo día, de dar clarísimas muestras de que no tiene la más
remota capacidad para ocupar el puesto al que fue llevado por los
electores brasileños.
Nada más típico de un ser descalificado política, ética y
moralmente lo que ocurrió el pasado carnaval. Abucheado por todas las
calles de todas las ciudades del país, Bolsonaro difundió, en las redes
sociales, una escena escatológica protagonizada por dos hombres. Fue un
burdo intento de desmoralizar al carnaval, pero el resultado fue
desastroso.
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