Un fantasma recorre el mundo: el que dice que los fantasmas son la única
realidad. Pero a diferencia de lo que ocurría con el comunismo en 1848,
ninguna potencia de la vieja Europa ni del Nuevo Mundo, del Este, el
Oeste, el Norte o el Sur, ningún polizonte alemán, ningún robocop
gringo, no digamos ya la Unión de Explotadores agazapada bajo la UE ni,
mucho menos, el pato Donald (ese tuiteador de fakes que otea el
mundo desde el último piso de la torre Trump, en la Quinta Avenida,
cuando se aburre de estar en la Casa Blanca), se han aliado en santa
jauría para darle caza. Al revés, todos ellos parecen contentísimos al
ver cómo se extiende y atraviesa todas las paredes (las de piedra,
ladrillo o madera y las del sentido común).
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