Antes de la guerra Rusia suministraba alrededor de 40% del consumo total de gas de la Unión Europea. En respuesta a la guerra y para reducir la dependencia del gas ruso, Ucrania y Poloniacerraron algunos oleoductos que transportan gas desde Rusia a Europa Occidental.
Rusia desconectó a países como Finlandia, Bulgaria y Polonia que no estaban dispuestos a pagar su gas en rublos. Además, las obras necesarias para mantener el importante gaseoducto Nord Stream a plena capacidad también se vieron comprometidas.
La fuerte reducción del suministro de gas, que hasta ahora no se puede compensar en su totalidadpor las importaciones de otros lugares, ha disparado los precios del gas e indirectamente los de la electricidad en Europa.
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