Dos al menos tuvieron lugar en Asturias, en sendas parroquias de las localidades de Avilés y Villallana (Pola de Lena), en los que se le califica de “defensor del Evangelio” y se dice que su vida fue “ejemplo de cultura y caballerosidad”.
Fue tanto mi interés -puede que morboso- por la personalidad de
Adolf Hitler durante mi adolescencia que en aquellos distantes años
leí todo cuanto pude sobre el Führer, sin descartar su única
obra, Mein Kampf (Mi lucha), que me llegó de
prestado y esmeradamente encuadernada a través de un amigo que era
hijo de un camisa azul del régimen.
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