Resulta sumamente importante el doble proceso de reforma legislativa que está teniendo lugar en España y que afecta a la enseñanza de la historia reciente. Solo si se actúa decididamente se pueden esperar resultados.
Francia siempre se ha considerado un paradigma de políticas públicas de memoria, a pesar de la opinión de quienes consideran que eso contribuye “a que el pasado no pase”. En París, incluso las escuelas infantiles —ese ámbito hiperprotegido al que se preserva de toda evocación traumática— ostentan en sus fachadas placas en recuerdo a los párvulos judíos deportados a los campos de exterminio. El deber de recordar es el único fideicomiso que legó aquella generación amputada.
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