Desde tiempos inmemoriales, el ejercicio de la coerción y la búsqueda del consenso han sido mecanismos inherentes a la dinámica de las relaciones de poder que han estructurado la vida social en diversas regiones y culturas del mundo. Sus características esenciales se mantienen hasta el presente: son relaciones asimétricas que florecen en la producción, la apropiación y la distribución de distintos tipos de bienes en los distintos ámbitos de la vida social. Estas relaciones se encarnan en organizaciones, instituciones y relatos que buscan expresar intereses específicos, resolver los conflictos engendrados y reproducir al conjunto social.
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