En su «Informe de países sobre prácticas de derechos humanos», el Departamento de Estado se presenta como líder moral de la humanidad, con todo y que Estados Unidos es uno de los principales promotores de golpes de Estado, invasiones, cárceles clandestinas, torturas, secuestros, asesinatos, bloqueos, sanciones, detenciones ilegales y mucho más, aunque nada de ello forma parte de su evaluación sobre los derechos humanos –que mide con distintos raseros–, la cual incluye a la comunidad de naciones… menos la suya.
La Jornada (David Brooks y Jim Cason) lo reseñó así: “según el secretario de Estado, Antony Blinken, la intención es evaluar a todos los países por una misma norma. Sin embargo, algunos cuestionaron eso, pues además de criticar con severidad a Rusia, China, Cuba y Venezuela, entre otros, como ‘gobiernos autoritarios’, el resumen no aplica ese mismo lente a Egipto, Arabia Saudita e Israel, pese a que en esos países se anulan los derechos al voto de amplios sectores de población, y en los capítulos dedicados a cada una de esas naciones consideradas aliadas de Washington la crítica sobre sus violaciones a otros derechos es más mesurada”.
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