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sexta-feira, 13 de fevereiro de 2015

Ucrania, un conflicto gravísimo donde EE.UU. pierde posiciones

La reciente gestión de Francois Hollande y Angela Merkel para encarar una gestión de paz en Ucrania y Rusia. Alegaron que hay posibilidades una guerra, que puede extenderse y generalizarse, lo que sería una perspectiva muy negativa. Por lo tanto tratan de interesar al presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y al ruso Vladimir Putin, en un acuerdo negociado, logrando una reunión de Hollande, Merkel, Putin y Poroshenko en Ucrania, para profundizar el tema.
Toda gestión de paz debe ser bienvenida. Eso no significa que el galo y la germana sean palomas de la paz ni candidatos al Premio que entrega la academia sueco-noruega. La Unión Europea que ellos representan viene tomando nota que las sanciones económicas que votó promediando contra Moscú en 2014 como castigo por su rol en la crisis ucraniana, fueron como un bumerán.
Se los había anticipado el primer ministro Dmitri Medvedev: como Rusia había respondido cortando compras a Europa, ésta tendría un perjuicio de 50.000 millones de dólares en 2014 y de 62.000 millones en 2015. Y así viene ocurriendo. Francia y Alemania son imperiales pero no tontas. Ahora, con esta gestión diplomática, ven si puede haber algún arreglo: sus economías no están como para ignorar el impacto de ese menor comercio y provisión a Rusia.
Lo segundo que conviene precisar es que los viajeros llevaron un borrador de nueve puntos que no les pertenece. El autor es Putin, quien logró formar en setiembre de 2014 un grupo de contacto en Minsk entre las partes en pugna en Ucrania. Allí se firmó un primer compromiso favorable, proclamándose un alto al fuego y el retiro de las armas pesadas de la zona este. O sea, en las regiones de Donetsk y Lugansk, donde se han proclamado desde abril sendas repúblicas populares y opuestas al gobierno central de Kiev.
El problema es que lo de Minsk no fue respetado. Cada parte le echó la culpa a la otra. Cuando se reanudaron las hostilidades, los regimientos del gobierno central llevaron la peor parte. Los federalistas les impusieron numerosas bajas. De allí el apuro del presidente ucraniano por ingresar a la OTAN y tener mayor apoyo militar de sus socios, especialmente de Estados Unidos.
Lamentablemente, para Poroshenko, no todo el poder estadounidenses estuvo de acuerdo con la provisión bélica que pedía. Hasta el momento Barack Obama fue reticente, aunque hay una fuerte presión para que revise la postura. Los republicanos y parte de los demócratas votaron en diciembre pasado un paquete de ayuda por 350 millones de dólares para el gobierno central de Ucrania. Y varios están dispuestos a entregar sistemas antitanque y antiaéreos, radares y drones por 3.000 millones de dólares.

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