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quarta-feira, 3 de junho de 2015

Estados Unidos destroza Oriente Medio

En la diplomacia, al igual que en la guerra (“la diplomacia por otros medios”, según Clausewitz), puede resultar útil distinguir los objetivos de las estrategias.
Los objetivos de EEUU en Oriente Medio están claros: promover sus intereses y que los países de esa región sirvan a las necesidades de los capitalistas estadounidenses, además de imponer una pax americana, un orden regional estable sustentado bajo su dominio. Así ha venido siendo incluso antes de que finalizara la II Guerra Mundial.
Hace muchos años que EEUU quiso también sustituir a Gran Bretaña y Francia como potencia occidental dominante en la región. Sin embargo, eso nunca constituyó entonces su principal preocupación, debido en parte a que, con anterioridad a la II Guerra Mundial, hacer causa común con Gran Bretaña y Francia contra Alemania era una prioridad mucho mayor.
En cualquier caso, el tema era irrelevante al acabar la II Guerra Mundial. Los imperios británico y francés resistieron apenas poco tiempo más. Después de Suez (1956), ninguno de los antiguos rivales de EEUU pudo ya pretender siquiera hacerse pasar por fuerzas a las que había que tener en cuenta, pasando a convertirse en socios menores de EEUU.
Tras la II Guerra Mundial, la región se vio también envuelta en la Guerra Fría con la Unión Soviética. Este hecho no cambió los objetivos fundamentales de EEUU pero afectó a la forma en que se ejercía la diplomacia.
Por otra parte, después de 1948, una vez establecido el Estado de Israel –y especialmente después de 1967, cuando Israel aplastó a los ejércitos de Egipto y otros países vecinos y se hizo con el control de la totalidad del Mandato de Palestina-, los intereses israelíes se convirtieron también en los intereses estadounidenses.
Israel devino en el quincuagésimo primer estado de EEUU gracias sobre todo a las exigencias de la Guerra Fría y a que EEUU quería mantener acorralado al nacionalismo árabe. No obstante, desde el mismo principio, las presiones del lobby de Israel fueron un factor a tener en cuenta.
Las viejas razones geopolíticas no pueden aplicarse ya o se han visto alteradas de forma que hace difícil cualquier reconocimiento. Pero en los círculos políticos de Washington sigue siendo un axioma que lo que es bueno para Israel es bueno para EEUU.

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