Cuando se acabó la guerra  empezó la carnicería. Las cunetas se llenaron
 de muertos. Los  cementerios se llenaron de tumbas clandestinas. El 
exterminio de  quienes “no piensen como nosotros” que predicaba el 
general  golpista Emilio Mola se llevaba a cabo con una precisión de  
entomólogo. Aún hoy hemos de hablar de ciento cincuenta mil  personas 
desaparecidas. Aún hoy, las derechas siguen pensando que  si sus padres y
 abuelos ganaron la guerra por qué no la van a  seguir ganando sus hijos
 y sus nietos.  
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