Si la elección de un presidente ultraderechista en Brasil representa
la institucionalización de la barbarie en un sentido público, la
violencia dialéctica de Jair Bolsonaro contra la diputada del PT María
do Rosario Nunes encuadra en el delito privado, pero con derivaciones
políticas imprevisibles. En 2003 le gritó ante las cámaras que “no la
violaría porque no lo merece”. En 2014 repitió palabras parecidas en un
pleno del Congreso. La legisladora le hizo un juicio civil que ganó –al
militar lo condenaron a indemnizarla con 10 mil reales– y otro penal que
se tramita ante el Supremo Tribunal Federal (STF). Por esa causa y
siempre que fuera condenado antes de asumir el máximo cargo del país, no
podría ejercer la presidencia. Así lo determina la constitución de
1988. Los tiempos no dan y la agraviada lo sabe. Ahora seguirá como
diputada federal en Brasilia porque fue elegida para un nuevo mandato
por su estado, Río Grande do Sul. Sobre estos temas y el futuro de la
nación más grande de América latina conversó con PáginaI12.
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