En 1997, en Gernika, nuestro sindicato hizo una reflexión política muy
compartida (no sólo dentro de ELA): “El estatuto ha muerto. Lo que fue
una oportunidad se ha convertido en una trampa. Muy débiles, muy
divididos, muy despistados y muy acomplejados nos tienen que ver los
españoles centralistas para atreverse a derogar de facto el Estatuto y
quedarse tan campantes. Tenemos que sumar, tenemos que incorporar a
todos aquellos demócratas que aceptan que la soberanía, que el derecho a
decidir nuestro futuro como pueblo, corresponde a los ciudadanos y
ciudadanas vascas”.
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