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segunda-feira, 4 de novembro de 2019

Trump por 187

La obsesión norteamericana por lograr el anhelado “cambio de régimen” en Cuba recrudeció hasta extremos otrora inexplorados bajo la presidencia de Donald Trump. Si la necesidad de incorporar la isla rebelde a la jurisdicción de Estados Unidos se remonta hasta 1783, fecha de la famosa carta enviada desde Londres por John Adams a las autoridades de las apenas independizadas Trece Colonias urgiéndolas a actuar en consecuencia, el paso del tiempo no hizo sino exacerbar tan maligna pretensión. Máxime cuando el 1º de Enero de 1959 Fidel y sus compañeros consumaron la derrota del sanguinario peón a quien la Casa Blanca le había encomendado el manejo de Cuba como una cercana y muy conveniente posesión de ultramar, un lugar en donde el poder corporativo, el gobierno de Estados Unidos, la clase política y la mafia podían reunirse para urdir sus planes a cara descubierta y a salvo de las leyes y los ojos de la opinión pública estadounidense. Todo esto fue retratado con maestría en el libro de Mario Puzo, El Padrino II, y en la estupenda versión cinematográfica de su libro.

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