América Latina registra un abrupto cambio, al calor de grandes
confrontaciones entre desposeídos y privilegiados. Esa disputa incluye
revueltas populares y reacciones de los opresores. En un polo aflora la
esperanza colectiva y en el otro el conservadurismo de las elites.
Las batallas se dirimen en las calles y en las urnas. Los poderosos no
sólo recurren a la represión. Manipulan la información, difaman a los
luchadores y alientan el resentimiento de la clase media empobrecida. En
toda la región los anhelos de igualdad chocan el fascismo y en ningún
país se observan resultados definitivos. En un proceso vertiginoso, las
victorias significativas coexisten con los preocupantes retrocesos.
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