Las revoluciones no suceden de repente, ni tampoco transforman una
sociedad de inmediato. Una revolución es un proceso que se mueve a
diferentes velocidades y cuyo ritmo puede cambiar rápidamente si el
conflicto de clases se intensifica y acelera el motor de la historia.
Pero generalmente la construcción del momentum, o impulso, revolucionario es lento, y los esfuerzos para transformar un Estado y una sociedad pueden ser incluso más lentos.
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