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domingo, 11 de outubro de 2015

Los objetivos de Putin

Son incontables los que se olvidaron –o ignoran- que el ejército clandestino judío Haganah, fundador del actual ejército israelí Tzahal, venció a los palestinos en 1948 con la ayuda de tropas enviadas por Stalin e instauró las bases del Israel colonialista y racista que hoy horroriza al mundo.
El nacionalista gran-ruso Stalin, en efecto, creía que así debilitaba la influencia británica en Medio Oriente -los ingleses ocupaban Palestina- y también mantenía como objetivo estratégico la estrategia de los Zares que siempre ambicionaron salir del encierro en el Mar Negro ingresando al Mediterráneo y a la ruta a Oriente para disputar la India y China a las potencias europeas (Estados Unidos todavía no era más que una potencia regional americana).
Muchos también fingen ignorar que Rusia es hoy un país capitalista, con un gobierno nacido de la alianza entre la mafia y los viejos burócratas soviéticos transformados en grandes capitanes de industria, el cual ha hecho suyos los símbolos del zarismo y la ideología nacionalista rusa de los Zares y de Stalin, y que Vladimir Putin, es un ex general de la KGB (la poderosísima CIA soviética). En su ignorancia, establecen una continuidad entre la Unión Soviética y la actual Rusia capitalista e imperialista o entre la China de 1950 y la actual y mantienen la teoría estalinista de los dos campos (el de los imperialismos coaligados y el de todos los adversarios de éstos, Rusia, China, las burguesías nacionales de los países dependientes y los pueblos y clases oprimidos). Esa gente, por lo tanto, se ilusiona con el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), a los que imaginan homogéneos y antiimperialistas o ven como aliados a los nacionalistas de Moscú o de Beijing.
Stalin no inventó el estalinismo, que tiene su raíz en el conservadurismo de los que ven sólo los Estados y sus gobiernos y no los trabajadores y oprimidos de cada país y basan su visión estrechamente nacional en la ignorancia de que el capitalismo es un sistema mundial y crea intereses comunes entre las diversas burguesías nacionales y sus gobiernos, independientemente de las contradicciones y conflicto que entre ellas y ellos puedan existir. Por eso, esa gente, en vez de mantener una política propia, independiente, sostiene con gran seriedad que los que critican a los dirigentes de las burguesías nacionales en nombre de los intereses de los explotados o advierten sobre el nacionalismo de Putin o de la dirección china ayudan al imperialismo… con el que los criticados mantienen una relación conflictiva de socios que se disputan. No saben utilizar las contradicciones entre sus opresores: con toda naturalidad abandonan todo pensamiento crítico y se disciplinan con los mafiosos que imaginan “progresistas”.

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