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quarta-feira, 21 de outubro de 2015

¿Una ocasión desperdiciada para acabar con el conflicto del Yemen?

El 7 de octubre se informó que los rebeldes hutíes del Yemen y su aliado, el expresidente Ali Abdullah Saleh, habían aceptado un plan de paz auspiciado por la ONU en Omán, así como la resolución nº 2216 del Consejo de Seguridad de abril de este año. Saleh reiteró su aceptación en una entrevista por televisión cinco días después, añadiendo que estaba dispuesto a renunciar a su liderazgo en el partido más grande del Yemen, el Congreso General del Pueblo, para facilitar el fin del conflicto.
Stephane Dujarric, portavoz del Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, estuvo acertado al tildar esa actitud de “paso importante”, y el gobierno del Yemen reconocido internacionalmente y sus aliados deberían haberlo admitido en ese sentido. Todo el tiempo habían venido insistiendo en que el fin del conflicto debería basarse en la aceptación previa de la resolución 2216.
La resolución reafirmaba la “legitimidad” del presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi, manifestaba su alarma por la “escalada militar” de los hutíes y condenaba “en los términos más enérgicos” sus “acciones unilaterales en curso”.
También exigía que los hutíes “pusieran fin incondicionalmente y de inmediato… al uso de la violencia; retiraran sus fuerzas de todas las zonas que hubieran tomado, incluida la capital Sanaa; renunciaran a todas las armas incautadas en instituciones militares y de seguridad” y “se abstuvieran de cualquier provocación o amenazas a los países vecinos”.

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