Qué importancia tiene que las políticas del FMI difundidas por todo 
el planeta provoquen caos social, como ha sucedido en Grecia y en otras 
partes, el objetivo es siempre el mismo: el fortalecimiento del capital a
 costa de los bienes y de los servicios públicos. La tan temida 
institución por haberse comprometido tan profundamente con la ola de las
 desastrosas privatizaciones llevadas a cabo en Europa del Este a partir
 de la transición post comunista a principios de los años 90 prosigue su
 ruta en Ucrania. Desde comienzos de la crisis en noviembre de 2008 
Ucrania ha venido figurando entre los primeros países europeos que han 
caído en las redes del FMI, luego les tocó a Islandia, Georgia y 
Hungría. 
  Tras de un poderoso movimiento insurreccional que 
terminó con la destitución del presidente ucraniano Viktor Ianoukovytch,
 el nuevo gobierno transitorio establecido el 27 de febrero de 2014 
ofreció al FMI la oportunidad de imponerle al pueblo ucraniano una 
violenta cura de austeridad. Sin esperar siquiera a las elecciones, unas
 opacas negociaciones con este gobierno no elegido concluyeron con la 
adopción de políticas ultraliberales a cambio de un préstamo del FMI. 
Aunque fue rechazado en una primera instancia por los diputados del 
Parlamento el 27 de marzo, este impopular programa exigido por el FMI se
 aprobó finalmente luego de febriles negociaciones. (1) 
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