Hace pocos días nos conmocionó el asesinato en Rio de Janeiro de la
concejala Marielle Franco. La joven política, que investigaba la acción
policial y militar en las favelas, fue “ejecutada” con munición
procedente de los depósitos policiales, en pleno corazón de una gran
metrópoli. Fue una noticia impactante, pues perdimos a una activista
defensora de los Derechos Humanos, negra y lesbiana, con un acumulado de
vida aleccionador. Este hecho nos remite a otro caso emblemático: hace
dos años fue asesinada Berta Cáceres, activista que le torció la mano al
Banco Mundial y a China, frenando en Honduras la construcción de una
represa hidroeléctrica…
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