El 13 de marzo, mientras se dirigía a la Franja de Gaza, el convoy del primer ministro de la Autoridad Palestina Rami Hamdallah fue atacado por dos bombas.
Hamdallah
llegaba a Gaza a través del puesto fronterizo israelí de Erez para
abrir una gran planta de tratamiento de aguas residuales que, si opera
de forma regular, podría mejorar las condiciones de vida de miles de
ciudadanos de Gaza que viven bajo un asedio perpetuo de Israel desde
2006.
La visita del primer ministro también se consideraba un
paso importante hacia la reconciliación entre las dos grandes facciones
palestinas, Fatah – liderada por el presidente de la AP, Mahmoud Abbas,
en Cisjordania – y Hamas, liderada por el ex primer ministro, Ismael
Haniyeh, en Gaza.
Aunque, durante años, los intentos por
reconciliarse se han llevado a cabo con poco entusiasmo, la última ronda
de conversaciones entre ambos grupos consiguió un gran avance en El
Cairo el octubre pasado. Esta vez, se les dijo a los palestinos que las
dos facciones están dispuestas a establecer una unidad, poner fin al
asedio a Gaza y modernizar las instituciones de la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP).
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