Donald Trump no es un presidente. Ni siquiera puede engañarla a una por
televisión. Es un fanfarrón corrupto y peligroso con aspiraciones de
reyezuelo mal disimuladas y, como las elecciones van aproximándose, ha
estado monopolizando el horario estelar todos los días, soltando
autocomplacencias y desinformación. (¡No, no te inyectes
ese Lysol!) Sus interminables y absurdas actuaciones van evolucionando
como una farsa en el contexto trágico de la pandemia de la Covid-19 que
arrasa la nación. Si tuviéramos un presidente real, es decir, casi
cualquier otra persona, las cosas serían diferentes. Habríamos visto
venir la pandemia. No me habría atacado en mi vejez. Y la mayoría de los
muertos aún podrían estar vivos.
Sem comentários:
Enviar um comentário