Hiruni, la esposa de un pescador que tiene que
gestionar su familia de cinco personas con un ingreso de cerca de 2,50 euros
por día (500 rupias de Sri Lanka), está en este momento muy endeudada. Para
conseguir un aumento de los ingresos de la familia, pidió 50.000 rupias (250
euros) a una institución financiera no bancaria —un estatus que les permite
eludir las normas reguladoras impuestas a las instituciones bancarias por
el Banco Central de Sri Lanka— especialista en los
microcréditos. Con ese dinero, Hiruni comenzó la producción de mosquiteros
impregnados de insecticida (como recomiendan fundaciones como la de Bill Gates)
que vendía a 2.000 rupias la pieza (10 euros).
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