He aquí un hecho inevitable: estamos ahora en un mundo brexit.
Estamos viendo las primeras señales de una importante fragmentación del
planeta que, hasta hace poco tiempo, los entendidos estaban convencidos
de que estaba globalizándose rápidamente y dirigiéndose hacia todo tipo
de unificaciones. Si queréis una sola imagen que capte el desalentador
espíritu del momento, esta imagen es la cifra 65 millones. Este es el
número de personas que la Oficina el alto comisionado para los
Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR, por sus siglas en inglés) estima
que fueron desplazadas en 2015 por “los conflictos y la persecución”, un
refugiado por cada 113 habitantes del planeta Tierra. Esta situación es
peor de la que se produjo al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando
importantes partes del mundo habían sido devastadas. De los 21 millones
de refugiados de entonces, el 51 por ciento eran niños (muchas veces
separados de sus padres y sin posibilidad alguna de acceder a la
educación). Muchos de los desplazados de 2015 eran, de hecho, refugiados
internos, incluso en su propio despedazado país. Casi la mitad de
aquellos que cruzaron alguna frontera provenían de tres países: Siria
(4,9 millones), Afganistán (2,7 millones) y Somalia (1,1 millones).
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