¿Hubo en la historia de la humanidad algún grupo social que abandonara voluntariamente sus privilegios?
Quien piense o sienta que los varones no tenemos ningún privilegio
respecto de las mujeres (o quien crea, por ejemplo, que los blancos no
tenemos privilegios respecto de los negros) puede abandonar la lectura
en este punto, porque estas líneas no están dirigidas a ellos, o ellas.
Quien siga adelante, sepa que está ante un texto crítico pero, sobre
todo, autocrítico.
El primer paso para cambiar algo es
asumirlo. Ningún alcohólico, ningún adicto a cualquier otro tipo de
droga, puede dejar la adicción si no reconoce que tiene un problema. O
sea, si no siente, “en el alma y en cuerpo”, que el consumo está
produciendo un daño que sólo se puede resolver trabajando muy duro para
superarlo.
Asumirse como opresor no es nada fácil. En
particular para las personas que somos de izquierda, que desde tiempos
muy remotos nos pronunciamos contra todo tipo de opresiones: de clase,
de raza, de sexo, de generación, por convicciones religiosas o
ideológicas, entre otras.
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