Desde que en junio de 2015 ascendió por una escalera mecánica de la Torre Trump camino de la carrera presidencial y juró
construir su “gran muralla” e impedir que los “violadores” mexicanos
entraran en el país, los inmigrantes indocumentados han sido el centro
de las iras de Donald Trump. Ahora que está ya en la Oficina Oval, las
noticias no son menos sombrías. Toda una batería de titulares escalofriantes y mensajes de pánico en las redes sociales han puesto de relieve su incendiario lenguaje , sus planes y órdenes ejecutivas
en lo que a los inmigrantes se refiere y los primeros actos de la
Patrulla Fronteriza y de los agentes del Departamento de Aduanas e
Inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) en materia de deportaciones.
La temperatura ha subido en los debates sobre la deportación, por eso
si están pensando en que estamos en un momento totalmente sin
precedentes respecto a la inmigración y a los inmigrantes, no son los
únicos.
Trump ha afirmado repetidamente que los inmigrantes, en
especial los indocumentados, están inundando los EEUU, causando oleadas
de delitos y agotando los presupuestos de los servicios sociales. No
importa que la cifra de esos inmigrantes haya ido descendiendo velozmente
desde 2008, que las tasas de delincuencia entre los inmigrantes sean
más bajas que entre los ciudadanos estadounidenses, que los
indocumentados no tengan acceso a la mayor parte de los programas de
bienestar social y que las cifras de delitos en general hayan disminuido en los últimos años.
Los medios han jugado un papel especial a la hora de atizar las llamas.
Desde que Donald Trump entró en la Oficina Oval, no han dejado de
proliferar las informaciones sobre asaltos, arrestos, detenciones y
deportaciones al alza. Esto sugiere que algo nuevo, aterrador y
claramente trumpiano –algo nunca visto antes- está en marcha,
incluyendo redadas masivas para deportar a personas que, con la anterior
administración, habrían estado protegidas.
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