La guerra comercial planteada por Estados Unidos contra China, la Unión
Europea, Canadá y México –entre otros— es la expresión del agotamiento
económico y político puesto en evidencia por el gobierno de Donald
Trump. Después de cinco décadas de neoliberalismo, y de instigar al
resto del mundo a abrirse a los mercados globales, Washington se lanza a
reducir su déficit comercial y relocalizar sus empresas. Al mismo
tiempo intenta darle continuidad a sus debilitadas ventajas
tecnológicas, hoy desafiadas por la República Popular China.
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