La riqueza acumulada por el uno por ciento está siendo blindada por
una alianza entre las redes del narcotráfico y sectores del aparato
estatal, que sirven a los intereses de las grandes multinacionales pero
se han conformado, a la vez, como un importante factor de poder. Esta
alianza opera despejando territorios para los emprendimientos
minero-energéticos, de los que se beneficia creando amplios espacios
bajo su control que utiliza para lubricar sus negocios ilegales.
Recién
en años previos empiezan a publicarse análisis sobre esta realidad que,
bajo el nombre de narcotráfico, designa un modo de dominación y control
de las poblaciones. No deberíamos perder de vista que los narco-estados
no son desviaciones de la tradición de los estados-nación, sino su
nueva configuración a la medida del extractivismo/cuarta guerra mundial,
lo que complejiza tanto las resistencias de los sectores populares como
la lucha emancipatoria en general.
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