Las relaciones de servidumbre se complican cuando los siervos las
cuestionan, pero la crisis es letal cuando es el Señor el que las
revienta. Recuerden aquel Pacto de Varsovia al que se le fundieron los
plomos cuando su amo moscovita renegó del mantenimiento de su zona en
Europa del Este mientras tejía un acuerdo de paz y distensión tras otro
con su enemigo. Allí se acabó todo. Algo parecido ocurre ahora con la
OTAN.
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