Donald Trump llegó a Europa como el proverbial elefante en la
cacharrería. El presidente de EE UU aterrizó en Helsinki tras su paso
por Bruselas y Londres, donde hizo gala de su estilo recio y directo. En
Bélgica presionó en público y en privado a los miembros de la OTAN para
que aumentasen su contribución anual a las arcas de la Alianza
Atlántica, primero hasta el 2% —como se comprometieron todos ellos en la
cumbre de Gales de 2014— y después hasta el 4%, todo ello mezclado con
referencias a la guerra comercial que su administración libra ya y que
planea intensificar con la Unión Europea, a la que describió el domingo
abiertamente como “adversario comercial” en una entrevista con la CBS.
En Reino Unido, Trump concedió una entrevista a The Sun
en la que criticó la gestión del brexit a cargo de la primera ministra,
Theresa May, y sugirió que su exministro de Exteriores, Boris Johnson,
podría llegar a ser un buen reemplazo.
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