A todas luces, se equivocaron los empeñados en expedir el certificado de
defunción de la izquierda latinoamericana. Veamos si no el hecho de que
más de la mitad de los votantes mexicanos renegó de los partidos
“consagrados” y escogió un representante de la fracción “zurda” del
espectro político: Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Pero, en
“descargo” de pesimistas, errados de buena fe y derechistas confesos,
apuntémoslo: verdaderamente el panorama suponía la cumbre de la
restauración conservadora, proceso que, como nos recuerda el conocido
sociólogo Emir Sader en La Jornada, comenzó en Honduras en 2009, con el
golpe que destituyó al mandatario Manuel Zelaya, quien se aprestaba a
proponer una reforma a la Carta Magna que le permitiera postularse una
vez más al cargo.
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