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terça-feira, 24 de julho de 2018

Rusia exhibe el fin oficial del unilateralismo de EE.UU.

Parecía estar abducido: había abandonado su habitual prepotencia impertinente. Ante el líder ruso, parecía un niño con una angustiosa inseguridad. Definitivamente, el ropaje del presidente de EEUU le iba bastante grande a Donald Trump que decepcionó a quienes iban a ver un duelo de titanes: su trato hacia Vladimir Putin no era el del líder de la superpotencia, ni siquiera de un igual a igual, sino de un discípulo hacia un ídolo; nada que ver con sus maneras hacia los jefes de los estados europeos. El dirigente ruso, un hombre curtido en la política, con una actitud paternal consiguió algo inaudito: que el propio presidente de EEUU le diera razón ante el mundo al mismísimo “demonio ruso” y tachara de “desastre” al trabajo de los servicios de inteligencia de EEUU. Para Trump, Rusia es un amigo y Europa la enemiga.

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