El partido FARC observa pasivamente, desde la oscura zanja del
incumplimiento estatal, cómo Rodrigo Londoño y su círculo: Lozada y
Alape entre otros, entierran en una tumba sin nombre 50 años de lucha
del pueblo colombiano y el legado de Jacobo, Manuel, Alfonso y miles más
que entregaron su vida en la lucha contra la más bárbara oligarquía de
Latinoamérica.
La constitución y la ley colombianas, es decir,
la voluntad escrita de ésa oligarquía nacional, los manuales de buenos
modales y de diplomacia, la corrección política y doctrinas del
capitalismo con rostro humano son ahora las fuentes de pensamiento de la
Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. No ya el
marxismo-leninismo, no el pensamiento bolivariano, ahora rige en este
partido la biblia de la fraternidad y de la obediencia, el “Acuerdo
Final para Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz
Estable y Duradera”.
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