Estados Unidos, desesperado ante el fracaso de sus intentos por
destruir la Revolución Bolivariana, ha nombrado a un payaso como
presidente de Venezuela. Equivalente a una declaración de guerra, ha
puesto nuestra región a las puertas de un conflicto bélico de grandes
proporciones. Juan Guaidó fue preparado en Estados Unidos y en Serbia
para el cambio de régimen bajo la supervisión de la CIA y puesto en
circulación hace unos meses hasta su ilegal autoproclamación el 23 de
enero.
Si Washington y sus satélites en el cártel de Lima y en
la Unión Europea lograran consumar la anhelada intervención militar en
Venezuela, cualquier coalición imperialista podría, desde ese momento,
al margen del derecho internacional, hacer lo mismo contra gobiernos que
no sean de su agrado. Después de una larga serie de intentonas
golpistas, Venezuela es sometida desde 2013, a una guerra hibrida:
bloqueo económico, financiero y comercial, desabastecimiento selectivo
de productos e inflación comprobadamente inducida por los capitales
externos y sus súbditos internos de la oligarquía local, guerra
mediática internacional y actos terroristas focalizados.
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