La autoproclamación de Guaidó es la apuesta golpista más ridícula y
peligrosa de los últimos años. Con el descarado sostén de Washington, la
derecha pretende colocar a un desconocido en la primera magistratura.
Esta
vez la señal de largada no fue un acto terrorista, ni otro intento de
asesinato de Maduro. Trump puso al frente de la escalada a varios
expertos en conspiraciones (Abrams, Pence, Bolton, Rubio) y decidió
capturar la empresa venezolana que opera en Estados Unidos (CITGO).
Sepultó todos los principios de la seguridad jurídica, para comenzar la
apropiación del petróleo de un país que concentra la principal reserva
mundial de crudo.
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