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quinta-feira, 12 de dezembro de 2019

Anegada Nebraska

En marzo de 2019, buena parte de la base Offutt de la Fuerza Aérea en Nebraska (sede del USSTRATCOM, el Comando Estratégico estadounidense) fue inundada por el desbordamiento del río Missouri. En esa base se encuentran los Doomsday (Boeing 4B o “aviones del juicio final”) y los Boeing E-4, Nightwatch, aviones equipados como “centro de mando” para el presidente, el jefe del Pentágono y los generales del Estado mayor norteamericano, desde donde dirigirían una guerra nuclear. Más de sesenta edificios castrenses se vieron anegados por el agua. Dos meses antes, el Pentágono había elaborado un informe advirtiendo al gobierno norteamericano de que el cambio climático pondrá en grave riesgo a casi el setenta por ciento de las bases militares y cuarteles del país. Mientras Trump negaba la quiebra ecológica (“el concepto de calentamiento global fue creado por China para perjudicar a la industria norteamericana”, afirmó), la inundación de la base Offutt de Nebraska se convertía en un alarmante signo de la crisis ecológica y, también, en una metáfora inquietante para Washington de la decadencia del poder norteamericano en el mundo. Declive que, no obstante, debe matizarse, porque Estados Unidos continúa poseyendo el más poderoso ejército de la historia. Los años corren veloces, pero el tiempo histórico carece de premuras: Wallerstein ya hablaba, en 2002, de Estados Unidos como “un poder hegemónico en declive”, cuyos primeros signos situaba en los años setenta del siglo XX.

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