Sudamérica se muestra en estado de turbulencia y sin una tendencia
definida que consiga orientar el proceso político. Con protestas de
distinta naturaleza en octubre y noviembre en Ecuador, Chile, Bolivia,
Colombia y Perú, el juego político migra de las instituciones para el
movimiento social, sin que la política partidaria encuentre respuestas o
formas de cerrar la crisis que las movilizaciones abren de par en par.
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