El reciente caso de Samer Arbeed volvió a sacar a la luz una vez más el
uso sistemático de la tortura de las personas presas palestinas en las
cárceles israelíes. El ejército israelí detuvo a Arbeed en su casa de
Ramala el pasado 25 de setiembre de 2019. Fue duramente golpeado antes
de ser trasladado al centro de detención Al Moscobiyye de Jerusalén para
interrogarlo. Según su abogado, fue hospitalizado dos días después a
consecuencia de las graves torturas y estuvo en estado crítico durante
varias semanas. Una instancia judicial había autorizado
al Servicio Secreto Israelí, el Shin Bet, a utilizar "métodos
excepcionales" para obtener información en este caso sin tener que pasar
por los tribunales, lo que llevó a Amnistía Internacional a condenar lo
ocurrido a Arbeed como " tortura aprobada por la ley " (1) (2).
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