Veredicto inapelable de las elecciones que acaba de celebrar el Reino Unido: mayoría absoluta conservadora y derrota laborista, que cosecha
los peores resultados de la izquierda desde 1935. Boris Johnson triunfa y declara definitivamente expedita la vía del brexit.
¿Fin de la historia… o, por el contrario, preludio de otros capítulos
aún más convulsos? Muy probablemente lo segundo. En cualquier caso,
conviene guardarse de los análisis simplistas. Los más reiterativos se
refieren al programa propuesto por Jeremy Corbyn, cuyo tono excesivamente radical habría asustado al electorado.
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