Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve

quinta-feira, 16 de julho de 2015

Ahora (quizás) podemos… pero, por favor, todos juntos

El debate público actual, en España, está tan envenenado (y los españoles somos culturalmente tan adeptos al etiquetado simplista) que me veo obligado a aclarar que no tengo vínculos institucionales (más allá de amigos en ambos sitios) ni con Podemos ni con Izquierda Unida (IU). Simplemente, me siento indignado con lo kafkiano de la situación actual: estamos a meses de las elecciones generales y unos cuanto grupúsculos que comparten, como mínimo, su aversión a la austeridad neoliberal y a la corrupción de la casta no logran ponerse de acuerdo para limar diferencias y confluir en una sola lista y eso, a pesar de las buenas perspectivas…
El debate en torno al tema no está siendo ni medianamente presentable porque, como de costumbre, no está siendo tomado en serio por aquel actor que, por lo que sea, goza de una posición de fuerza: ayer fue IU; hoy, Podemos.
Hagamos memoria. Pongamos las cartas boca arriba.
  1. Mientras que IU disfrutó de esa posición de fuerza prácticamente no hubo nada que se moviera la izquierda de la socialdemocracia. Aquello fue Chernobyl. Seamos sinceros, activemos nuestra memoria: hacia dentro, férreos controles y llegado el caso (de tener que negociar) intercambio de cromos: “tú en el numero tres; yo en el uno y todos tan contentos”. Al igual que en otros partidos (de la casta) aquí hubo una generación de bloqueo que, aunque hablaba bonito, se fue pudriendo moralmente a medida que pasaba el tiempo. Cuesta decirlo pero si el sistema no la cooptó, se aprendió su juego y terminó haciéndola funcional a sus intereses…
  1. Hacia afuera, más de lo mismo. Misma táctica, misma miseria: secretarías de “movimientos sociales” y “unidad de la izquierda” por doquier. Exceso de burocracia; mucho bla, bla, bla pero avances reales, cero. Migajas al que se sumaba y palo ideológico al que disentía (que, indefectiblemente, era tachado de traidor, sí no, de cosas peores)… Y en el caso de que no hubiera margen de maniobra, más de lo mismo: “tú en el número tres; yo en el número uno y todos tan contentos”. Lo curioso es que todavía nos preguntamos por qué la juventud vivió, durante décadas, alejada de la política y/o de España (mientras que, la derechona se comía terreno, suelo, cimientos, derechos y todo lo que se le pusiera por delante…). ¡Qué bonitos discursos! pero menuda mierda de izquierda, de cultura política y de país nos legaron.
  1. Por eso el 15M fue, ante todo, un soplo de aire fresco. Lo fue porque no solo representó un grito (mudo) contra la casta que nos malgobernó durante décadas sino porque también puso al descubierto las vergüenzas de esa izquierda que entraba a trapos que no debía entrar, se comportaba como no se debía comportar y se atrevía a presentarse, con altanería, como LA alternativa, EL espíritu de rebeldía, etc. En suma, izquierdismo ilustrado: todo para ti pero sin ti. Ni jóvenes ni excluidos ni pueblo. Clases medias urbanas, mesiánicas, arrogantes y plagadas de posturas de cara a la galería. Pero en el fondo, aceptación de las reglas imperantes sin ambages ni matices. Mucho borreguito barbudo y pocas nueces…

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