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terça-feira, 21 de julho de 2015

Grecia se ha rendido, ¿pero a quién exactamente?

El 12 de julio, Grecia se rindió abyecta y totalmente. El primer ministro Alexis Tsipras, que había prometido combatir las medidas de austeridad que están conduciendo al pueblo griego a la ruina, la pobreza y el suicidio, traicionó todas sus promesas, ignoró la voluntad del pueblo expresada en el referéndum del 5 de julio y condujo al Parlamento griego a aceptar un acuerdo con los acreedores de la nación incluso peor que todos los que ya habían causado la contracción económica abandonando los últimos restos de soberanía nacional que le quedaban.
Sí, Grecia se rindió incondicionalmente, como lo han expresado profunda y elocuentemente CounterPunch y otros medios. Pero existe una cuestión crucial que no parece haberse contestado adecuadamente, ¿A quién, exactamente, se ha rendido Grecia?
Una respuesta común a esta pregunta es: a Alemania. Los pobres griegos se rindieron ante los arrogantes alemanes. Esta cuestión ha servido para reavivar sentimientos antialemanes que quedaron después de la Segunda Guerra Mundial. Se describe a Merkel como una villana. Sin embargo una cosa es segura, la animosidad suscitada entre Grecia y Alemania por esta catástrofe de la deuda es una prueba de que el "sueño europeo" de la transformación de las naciones históricas de Europa occidental en una sola federación fraterna, según el modelo de Estados Unidos, es un fracaso total. El sentido de pertenencia a una sola nación, todas para una y una para todas, simplemente no existe entre pueblos cuyas lenguas, tradiciones y costumbres son tan diversas como las existentes entre los finlandeses y los griegos. La adopción de una moneda común, lejos de unirlos, ha impulsado aún más su distanciamiento.
¿Pero este desastre ha sido diseñado por los malvados alemanes?  
En realidad muchos alemanes, desde el derechista ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, hasta el exlíder del partido de izquierda Die Linke, Oskar Lafontaine, habrían preferido una solución muy diferente, la salida de Grecia de la zona euro. Schaüble pensando en las finanzas alemanas y Lafontaine en lo que sería mejor para el pueblo griego y para el conjunto de Europa.
Entre esos dos extremos un compromiso alemán podría haber evitado la abyecta rendición del 12 de julio programando la vuelta de Grecia a su moneda nacional, el dracma.
De hecho, en el momento del referéndum griego, la mayoría de los gobiernos acreedores de la Unión Europea habría preferido que Grecia abandonase la Eurozona.
El único gobierno que cantó victoria por la rendición griega fue el francés de François Hollande. En las negociaciones de última hora Francia adoptó la posición de que Grecia debía mantenerse absolutamente en la zona euro, con el objeto de "salvar a Europa". Los comentaristas franceses se mostraron felices de que Hollande "se levantase junto a Merkel" salvando tanto a la sacrosanta "pareja franco-alemana" como a la propia Unión Europea, al insistir en que Grecia se mantuviera en la fuerte moneda que la está matando.

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