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quinta-feira, 30 de julho de 2015

Ser griego

Todo el mundo ha expresado a estas alturas su opinión sobre la crisis griega, tenga o no una, de modo que siento la obligación de expresar también la mía.
La crisis es algo inmensamente complicado. Sin embargo, a mí me parece bastante simple.
Los griegos gastaron más de lo que ganaban. Los acreedores, en su increíble desfachatez, quieren recuperar su dinero. Los griegos no tienen dinero y, de todos modos, su orgullo no les permite pagar.
Entonces, ¿qué hacer? Todos los comentaristas, desde los economistas laureados con el Nobel hasta mi taxista de Tel Aviv, tienen una solución. Por desgracia, nadie los escucha.
Angela Merkel y Alexis Tsipras siguen combatiendo la Segunda Guerra Mundial. Pero las relaciones entre las dos naciones jugaron un papel en mi familia mucho antes de eso.
Cuando era niño, mi padre era alumno de una escuela secundaria alemana "humanista". En aquellas escuelas los alumnos aprendían latín y griego clásico en lugar de inglés y francés. Así que escuché refranes latinos y griegos antes de ir a la escuela y de comenzar estudiar yo mismo latín durante medio año, antes de que afortunadamente saliéramos de Alemania para Palestina en 1933.
Los alemanes cultos admiraban a los romanos. Los romanos eran gente de principios rectos que hacían leyes y las obedecían, casi como los propios alemanes.
A los alemanes les encantaban los antiguos griegos, y los despreciaban. Como dijo su poeta más importante, Wolfgang von Goethe: "Das Griechenvolk, es taugte nie recht viel" (el pueblo griego nunca valió gran cosa).
Los griegos inventaron la libertad, algo con lo que los antiguos hebreos ni siquiera soñaron. Los griegos inventaron la democracia. En Atenas, todo el mundo (excepto los esclavos, las mujeres, los bárbaros y otra gente inferior) participaba en los debates públicos y en la toma de decisiones. Eso no les deja mucho tiempo para trabajar.
Así era como los veía mi padre, y así los ven ahora los alemanes decentes. Gente agradable para codearse con ellos en vacaciones, pero no gente seria para hacer negocios. Demasiado perezosos. Demasiado hedonistas.
Sospecho que estas actitudes arraigadas influyen en las opiniones de los líderes y votantes alemanes actuales. Ciertamente, influyen en las actitudes de los líderes y votantes griegos hacia Alemania. ¡Al diablo con ellos y su obsesión por la ley y el orden!

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