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quinta-feira, 16 de julho de 2015

Un acuerdo forzado que no hay que apoyar

«Una pistola en la sien», según sus propias palabras. Tsipras firmó un «compromiso». Enseguida las trompetas elogiosas lanzaron la tradicional propaganda gubernamental para celebrar el papel de facilitador de Hollande, la fuerza de la «pareja franco-alemana» y para repetir los tópicos, los mantras y los chascarrillos habituales de los «euroidólatras». La cruda realidad está, una vez más, a años luz de los pseudoanálisis de comentaristas que no entienden lo que ven, hablan de textos que no han leído y hacen reaccionar a los «responsables políticos» sin otras informaciones que las que dan esos más que dudosos intermediarios.
  
En todas las pantallas la misma imagen: Angela Merkel frente a Alexis Tsipras flanqueada por Donald Tusk y François Hollande. Un espectáculo inaceptable. No solo para un francés, al cual es lamentable ver a ese lado de la mesa ¡Y por añadidura sentado al final del banco! Pero sobre todo para un europeo. Porque esa reunión se convirtió, sin ninguna crítica de los comentaristas, en una «instancia» sin ninguna legitimidad. Existen un Consejo de Gobierno y un Eurogrupo. ¡No un tándem de auditores! Por lo tanto la propuesta de esta reunión no tiene ninguna legitimidad. Por otra parte los italianos (tercera economía del continente) protestaron con dureza. Y el Gobierno finlandés, donde gobierna una coalición de la derecha y la extrema derecha, declaró que este no es su acuerdo. Esto debería, por lo menos, hacer reflexionar a los «euroidólatras» franceses. ¿Qué Europa es esta?
¿Qué valor tiene una negociación en ese marco? La parte griega no era libre, ¡el país estaba bloqueado económicamente desde hacía quince días! Ya habían empezado a asfixiarle. ¿Qué pretende en esas condiciones una negociación de trece horas ininterrumpidas? ¿Y cómo aceptar la presión de la presencia a un lado de los expertos de las dos primeras economías apoyados por los asesores del presidente del Consejo frente a un solo gobierno? ¿Así se trata a los socios en Europa? ¿Asfixia económica del país y asfixia física de los negociadores como marco de las conversaciones?
También me resulta incómodo el apoyo prestado por nuestra izquierda, aquí o allá, a ese «acuerdo». Quiero creer que no lo han leído o lo han leído muy deprisa… Porque el texto prevé, por ejemplo, derogar todas las leyes aprobadas desde el pasado mes de febrero, revisar la ley laboral hasta en detalles como el trabajo en días festivos, restablecer en todos los ministerios la vigilancia de la troika y que ésta de su aprobación previa a cualquier proposición de ley. Con respecto a la reestructuración de la deuda, un asunto prioritario, por una parte está condicionada y por otro lado ¡Subordinada a que el Parlamento griego apruebe previamente todo lo anterior!
Algunos periódicos alemanes, como Spiegel, califican al acuerdo de «catálogo de crueldades». El diario L’Humanité, en palabras de su director Patrick Apel Muller, habla de «la fría dictadura alemana»: «Angela Merkel, escribe, acompañada de algunos gobiernos serviles, exige una rendición incondicional so pena de exclusión». La víspera, el presidente del Consejo italiano, Matéo Renzi, acabó explotando frente al Gobierno alemán: «¡Ya basta!». Por todas partes crece la indignación. Le Monde informa de que incluso los altos funcionarios europeos están indignados y muestra a Tsipras derrotado y humillado.

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