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quarta-feira, 15 de julho de 2015

Genuina hipocresía made in USA

EE.UU. es el único país que ha lanzado bombas atómicas en el mundo. Fue en 1945, asesinando in situ en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki a unas 125.000 personas directamente y a un número similar de afectados durante los siguientes seis meses. En total, 250.000 seres humanos arrancados de cuajo de la vida, a los que cabría añadir una cantidad indeterminada que arrastraron las pavorosas secuelas lustros y décadas después de sendas detonaciones genocidas. 
Eso registran los fríos anales de la memoria histórica. Pero el olvido es traicionero y EE.UU. continúa impartiendo lecciones éticas al resto de países. Ahora mismo, con el acuerdo alcanzado con Irán para que éste abandone las investigaciones que le lleven a la temida bomba atómica bajo el chantaje de las clásicas sanciones comerciales internacionales. Pura hipocresía made in USA y también de la Unión Europea. 
Estamos nuevamente ante la ley imperial del más fuerte, que ejerce su violencia diplomática y militar a su antojo para salvaguardar los intereses de la “moral suprema” de Occidente. ¿Por qué no renuencia EE.UU. a sus bombas atómicas y armas nucleares en concierto con los otras naciones poseedoras de este tipo de arsenal destructivo? Eso sí sería un dato histórico, moral y democrático de alcance universal. 
Occidente se arroga el derecho inviolable de dictar a los demás países lo que es bueno y malo, guardando para sí la capacidad de ser juez y parte en cualquier conflicto local e internacional. Su moral se impone por la fuerza, manu militari en última instancia o a través de provocar miedos escénicos de carácter económico y financiero (véase Grecia en la actualidad). Y nadie alza la voz para denunciar este hecho tan clamoroso e injusto. En Occidente vivimos los buenos, más allá es territorio comanche sin matices ni distinciones sutiles. 

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