Evidentemente, las "encuestas de opinión" que mostraban un empate técnico se habían equivocado. Se dice que los corredores de apuestas de toda Europa han perdido hasta la camisa apostando a que la derecha financiera podría engañar a la mayoría de los griegos para que votaran contra sus propios intereses. El margen de victoria indica que los votantes griegos han sido inmunes a la información tergiversada difundida por los medios durante la larga semana previa a decidir si aceptaban las medidas de austeridad anti-trabajadores que exigía la troika [1].
Esto no debería haber sido una sorpresa. La edad mínima para poder votar en el referéndum fue rebajada a 18 años y se incluyó a los miembros de las fuerzas armadas. Con una tasa de desempleo superior al 50%, es entendible que los jóvenes griegos no quisieran más euro-austeridad.
La troika exigía profundizar las políticas de austeridad gravando el trabajo y reduciendo las pensiones únicamente. Sus responsables habían vetado las propuestas de Syriza de aumentar los impuestos a la riqueza y adoptar medidas para detener la evasión fiscal. El FMI, por su parte, vetó los recortes en el gasto militar griego (muy por encima del 2% del PIB que exige la OTAN), a pesar de que tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la canciller alemana, Angela Merkel, estaban de acuerdo.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, amenazó con expulsar a Grecia del euro a pesar de que no existen mecanismos legales para hacerlo. Veremos si intenta seguir adelante con su farol, del cual se han hecho eco los líderes de derecha de toda Europa.
Sus medidas de represalia desde un cargo aparentemente no elegido ni político, no son algo aislado. La guerra de clases en la zona euro, a favor del sistema financiero y en contra del trabajo y la industria, está abierta y va en serio. En lugar de hacer lo que se supone que debe hacer un banco central –inyectar liquidez (y papel moneda) a los bancos–, el presidente del BCE, Mario "todo lo que sea necesario" Draghi, los obligó a cerrar incluso los cajeros automáticos por falta de efectivo. Evidentemente, con ello se intentaba atemorizar a los griegos para que creyeran que eso era lo que esperaba a su país si votaban "No".
Se trata de una vieja estrategia. Andrew Jackson puso de manifiesto su afán de venganza hacia el Segundo Banco de Estados Unidos cerrándolo. Cuando aquel se negó a designar a sus amigotes políticos corruptos, él depositó el dinero del Tesoro estadounidense en sus "bancos mascota". La fuga de dinero sumió la economía en la depresión. Los estados esclavistas del Sur saludaron la deflación porque querían mantener bajos los precios del algodón que exportaban, y porque además se oponían a la industria del Norte, con sus medidas proteccionistas y su política antiesclavista.
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