La campaña presidencial de 2016 provocó que Estados Unidos despertara de
su mito sobre el libre comercio: éste nunca conduce a un comercio justo
y equilibrado, e incluso puede actuar en contra de los trabajadores de
su propio país cuando entra en proceso de descomposición. En rigor, en
los últimos ocho años, los demócratas abandonaron a los trabajadores (a
quienes antes pretendía representar) al ‘realismo’ del libre comercio.
Tras el estallido de la crisis global conocieron el desempleo masivo,
las labores de servicios inseguros y mal pagados, la pérdida
generalizada del poder adquisitivo; sumados a la privatización de los
sistemas de jubilación y atención médica. No debe sorprender, entonces,
que la clase obrera blanca, sobre todo en la región de los grandes lagos
(de Pennsylvania a Wisconsin), abandonara a los demócratas y votara
contra el establishment político y Hillary Clinton.
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