Nunca en la historia del capitalismo la clase trabajadora ha estado tan
feminizada como ahora. Si a las cifras de la fuerza laboral global se
suma el trabajo sumergido y el trabajo de cuidados en los hogares, se
puede afirmar que la mayoría de las personas que trabajan son mujeres.
“Si
nosotras paramos, se para el mundo”: la huelga global del pasado 8M
expresó esta profunda transformación, así como la potencialidad de un
movimiento de mujeres que actúa como catalizador de las luchas contra la
violencia patriarcal, la precariedad capitalista, la opresión racial y
sexual.
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