La publicidad y todo el aparato cultural del capitalismo, promociona la
idea de que la “felicidad” se alcanza consumiendo, comprando, poseyendo
tal o cual producto publicitado, acumulando objetos, teniendo
privilegios por encima de otros seres humanos. En realidad el concepto
de “felicidad” que promueve y vende el capitalismo es una estafa que
está destinada a encadenar a los seres humanos a un vacío existencial
que genera un constante “consumo compensatorio” por un lado; y que por
otro lado potencia el individualismo, pulveriza la solidaridad, y aliena
profundamente buscando impedir el cuestionamiento de un sistema cuya
estructura es medularmente injusta.
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