Uno de los más sorprendentes avances históricos del mundo del 
imperialismo occidental (Estados Unidos y la Unión Europea) es la 
desaparición y disolución de los grandes movimientos antiimperialistas y
 antiintervencionistas (AIM, por sus siglas en inglés) que llevaban años
 funcionando. 
 Una de las razones principales de esta debacle es la 
escasa predisposición o la incapacidad de los AIM a enfrentarse con las 
elites imperiales surgidas de elecciones y comprometidas en guerras 
regionales contra regímenes nacionalistas dictatoriales o autoritarios. 
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