Tras semanas de amenazas y pronósticos, a los seres humanos que en estos
momentos pueblan Idlib les ha sido concedido un aplazamiento en la
ejecución de su sentencia. El régimen de Bashar al-Asad y sus
patrocinadores rusos no van a arrasar, por ahora, la provincia norteña
bombardeándola hasta convertirla en montañas de escombros. Han
retrasado, que no cancelado, su ofensiva inicial.
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