En su grotesca exigencia de que el Real Madrid “se disculpe” por acoger a la activista palestina Ahed Tamimi,
Yair Lapid decidió que el evento de Madrid “demuestra la ignorancia que
prevalece sobre quienes quieren destruir al Estado de Israel”.
Dejemos de lado la cuestión de las capacidades destructivas de una
chica de 17 años sin derechos y la paranoia artificial de un político
israelí de 55 años. En una competencia por la ignorancia sobre lo que
está pasando bajo la ocupación, se puede decir que los anfitriones de
Tamimi en Madrid saben mucho más que el líder del centro político de
Ramat Aviv Gimel, quien, se puede inferir, nunca ha puesto un pie en
Nabi Saleh, hogar de la familia Tamimi. Informado por el ejército, el Shin Bet
[servicio secreto] y los medios de comunicación israelíes, evitando
reuniones con personas palestinas y visitas a los territorios ocupados
−como la mayoría de los políticos israelíes−, Lapid
no tiene la menor idea sobre la vida y la gente de este poblado
dedicado a la lucha, ni sobre ningún otro lugar palestino situado a
media hora de su casa.
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